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La era digital y el costo oculto de las redes sociales en la atención y el TDAH

Foto del escritor: Dr. Nicolás EspinosaDr. Nicolás Espinosa


Por: Dr. Nicolás Espinosa

Médico Especialista en neurologia infantil

Director Médico de Neuroinfant

Jefe de Servicio de Neurología Infantil del Hospital Metropolitano

Profesor de Posgrado de Pediatría, PUCE


En una sociedad hiperconectada, los padres enfrentan un desafío sin precedentes: proteger la capacidad de atención de sus hijos en un mundo donde la tecnología, las redes sociales y el ruido digital compiten ferozmente por cada minuto de su tiempo. A medida que los diagnósticos de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) aumentan, se hace evidente que no se trata solo de un problema médico, sino de una crisis cultural que pone en juego el desarrollo cognitivo, emocional y social de las nuevas generaciones.

 

Las redes sociales han logrado lo que ninguna otra industria pudo: capturar la atención humana de manera adictiva y sistemática. Esto no es casualidad; los algoritmos están diseñados para aprovechar la biología del cerebro, entregando pequeñas dosis de dopamina cada vez que un niño desliza la pantalla, recibe un “like” o visualiza un video corto. El costo de esta gratificación instantánea es alarmante: un estudio en JAMA Pediatrics (2022) mostró que los adolescentes con uso excesivo de redes sociales desarrollan dificultades para sostener la atención, un síntoma central en el TDAH.

 

Un Cerebro en Desarrollo: En la Mira de las Pantallas

 

En los primeros años de vida, el cerebro de un niño no es solo una “esponja”, sino un motor activo que necesita experiencias físicas, sociales y sensoriales para desarrollar habilidades cruciales. El juego al aire libre, los desafíos motores y el contacto humano directo son los cimientos del desarrollo cognitivo y emocional. Sin embargo, los dispositivos digitales han reducido estas experiencias a un mínimo histórico. Christakis et al. (2014) advierten que la tecnología interactiva, si bien puede ser educativa en ciertos contextos, nunca reemplazará las interacciones físicas del mundo real.


Un experimento replicado internacionalmente por Huber et al. (2016) y Tarasuik et al. (2017) es revelador: los niños de 4 a 6 años que resolvieron problemas en tablets, lograron transferir ese aprendizaje al mundo físico. Pero aquí viene la advertencia: los menores de 4 años no mostraron beneficios similares. Esto refuerza lo que ya sabemos: no todas las edades pueden procesar la información de la misma manera, y el uso no estructurado de pantallas en etapas críticas puede comprometer el desarrollo de habilidades motoras y ejecutivas.

 

El Ruido Digital y la Epidemia de Desinformación

 

La situación se complica cuando la desinformación se cuela en los dispositivos. En redes sociales como TikTok y YouTube, el TDAH es malinterpretado, trivializado y, en ocasiones, caricaturizado. En Ecuador, esta realidad es palpable: cada vez más padres llegan a las consultas de neuropediatría confundidos, ansiosos y desinformados. Se encuentran atrapados entre videos virales que aseguran que “el TDAH no existe” y promesas de curas milagrosas que carecen de toda evidencia científica. La banalización del TDAH, alimentada por algoritmos y pseudociencia, retrasa diagnósticos, diluye tratamientos efectivos y estigmatiza a los niños y sus familias.


Un análisis publicado en The Lancet Digital Health (2023) fue contundente: más del 50% del contenido relacionado con el TDAH en plataformas digitales contiene información falsa o no validada. Esto no es un problema trivial. Cuando los padres dudan en buscar ayuda profesional debido a mitos o desinformación, el tiempo se convierte en un enemigo. En nuestras consultas neuropediátricas en Ecuador, donde soy líder en el diagnóstico y manejo del TDAH, vemos las consecuencias a diario: niños que llegan con retraso en su diagnóstico, familias que han probado métodos no basados en evidencia y adolescentes que cargan con el peso de etiquetas negativas y una autoestima golpeada.


“Mi hijo es perezoso.” “Simplemente no tiene límites.” “El TDAH es solo una moda.” Estas frases, aunque dolorosas, son comunes en nuestras consultas. Reflejan una sociedad que aún duda de lo que la ciencia ya ha probado: el TDAH es un trastorno neurobiológico real y tratable, que requiere un manejo integral con herramientas diagnósticas y terapéuticas basadas en evidencia.


La desinformación no solo confunde; también puede dañar. Retrasar el diagnóstico adecuado priva a los niños de intervenciones tempranas que pueden transformar sus vidas. El TDAH no manejado afecta el desempeño académico, las relaciones sociales y la salud emocional, creando un efecto dominó que impacta a la familia y a la sociedad en su conjunto.

 

Reflexión Final: Un Acto de Resistencia


En una era en la que las redes sociales y la tecnología parecen inevitables, proteger la atención de nuestros hijos es un acto de resistencia. No podemos permitir que la gratificación instantánea y los algoritmos dicten el desarrollo de la próxima generación. La atención es el recurso más valioso que tienen nuestros hijos: es la base de su aprendizaje, su creatividad y su capacidad para enfrentar desafíos futuros.


Como padres, como profesionales y como sociedad, nuestra responsabilidad es clara. No se trata de desconectarnos del mundo digital, sino de redefinir nuestra relación con él. Guiar a nuestros hijos hacia un uso consciente y saludable de la tecnología es, quizás, el desafío más importante de nuestro tiempo.

 

Pero si lo enfrentamos con información, límites y propósito, el futuro puede ser más brillante —y más enfocado— de lo que imaginamos.

 

Fuentes Bibliográficas

  1. Radesky J, Schumacher J, Zuckerman B. Mobile and Interactive Media Use by Young Children: The Good, the Bad, and the Unknown. JAMA Pediatrics. 2022;176(3):281-288.

  2. Tarasuik J, Demaria A, Kaufman J. Transfer of problem solving skills from touchscreen to 3D model by 3- to 6-year-olds. Frontiers in Psychology. 2017;8:1586.

  3. Huber B, Lee S, Shibata T. The transfer of problem-solving skills from touchscreen to physical objects by young children. Frontiers in Psychology. 2016;7:351.

  4. Barr R, Kirkorian H, Melendez N. Transfer deficits in young children’s learning from touchscreens. PNAS. 2018;115(40):9883–9889.

  5. Hollis C, Livingstone S, Sonuga-Barke E. The role of digital technology in children and young people’s mental health – a triple-edged sword?. J Child Psychol Psychiatr. 2020;61(8):837–841.



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