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TDAH: más que una variación de la normalidad, una realidad neurológica que requiere atención

Foto del escritor: Dr. Nicolás EspinosaDr. Nicolás Espinosa


Por: Dr. Nicolás Espinosa

Médico Especialista en neurologia infantil

Director Médico de Neuroinfant

Jefe de Servicio de Neurología Infantil del Hospital Metropolitano

Profesor de Posgrado de Pediatría, PUCE


Andrés tiene 9 años. Sus profesores dicen que es un niño brillante, pero también el más “problemático” del aula. Constantemente interrumpe, pierde sus materiales y rara vez termina sus tareas. En casa, sus padres han intentado todo: regaños, horarios estrictos, incluso un sistema de recompensas. Nada parece funcionar. La frustración de Andrés crece, y con ella, su aislamiento, ademas de sus problemas en el dia a dia.

 

Lo que pocos saben es que Andrés tiene TDAH, un trastorno que afecta su capacidad de concentrarse, controlar sus impulsos y manejar sus emociones. Como él, millones de niños en todo el mundo enfrentan desafíos similares. Pero, ¿qué sucede cuando la sociedad, en su intento de aceptar las diferencias, no actúa para apoyarlos?

 

Neurodiversidad: Una idea transformadora, pero incompleta

 

La neurodiversidad ha cambiado nuestra forma de ver condiciones como el TDAH. Este concepto nos invita a valorar las diferencias en el funcionamiento del cerebro como parte de la rica diversidad humana, en lugar de verlas como defectos. Es una perspectiva poderosa y necesaria que ha reducido el estigma y promovido la inclusión.

 

Sin embargo, este enfoque puede tener una trampa peligrosa: confundir la aceptación con la inacción. El TDAH es un trastorno neurológico real que, sin intervención, puede tener consecuencias devastadoras. Aceptar a Andrés por quien es no basta si no se le brindan las herramientas para navegar un mundo que no está diseñado para su forma de pensar.

 

El TDAH y el cerebro: Hechos que no podemos ignorar

La ciencia ha sido clara durante décadas: el TDAH tiene raíces profundas en el cerebro, particularmente en la región prefrontal, que regula funciones ejecutivas clave como la atención, el control de impulsos y la autorregulación emocional.


  1. Atención
    • Qué sucede: Las áreas cerebrales responsables de la atención sostenida tienen una actividad reducida.

    • En la práctica: Andrés no puede concentrarse en tareas monótonas; se distrae fácilmente con sonidos, movimientos o pensamientos irrelevantes.


  2. Control de impulsos
    • Qué sucede: La región prefrontal tiene menor capacidad para inhibir respuestas automáticas.

    • En la práctica: Las respuestas impulsivas generan conflictos sociales, interrumpen la dinámica familiar y complican el desarrollo académico.


  3. Hiperactividad
    • Qué sucede: Las áreas motoras están disfuncionando, lo que impulsa un constante movimiento físico o mental.

    • En la práctica: En un entorno como la escuela, esta necesidad de movimiento continuo se traduce en desafíos para seguir reglas y mantenerse en calma.

 

El Costo de no actuar

 

Cuando el TDAH se minimiza como una simple “variación” en lugar de reconocerse como un trastorno, las consecuencias pueden ser graves:


  1. Impacto académico
    • Niños como Andrés se quedan rezagados porque el sistema educativo no está adaptado a sus necesidades. Su aprendizaje y rendimiento académico sufre y, con él, su autoestima.


  2. Conflictos familiares
    • Las familias enfrentan un desgaste emocional constante. La falta de comprensión y recursos genera tensiones que afectan las relaciones familiares.


  3. Riesgos a largo plazo
    • Los niños con TDAH no tratado tienen mayor riesgo de desarrollar ansiedad, depresión y problemas de conducta. En la adultez, enfrentan dificultades laborales, problemas financieros y relaciones inestables.

 

El otro lado de la historia: La fuerza de la intervención

La buena noticia es que el TDAH no es una condena. Con el diagnóstico y tratamiento adecuados, los niños como Andrés pueden prosperar.

 

  1. Medicación
    • Los medicamentos pueden regular los neurotransmisores involucrados en la atención y el control de impulsos, mejorando significativamente la calidad de vida.


  2. Terapia conductual
    • Enseña habilidades prácticas para manejar los síntomas y mejorar las relaciones sociales.


  3. Apoyo escolar
    • Adaptaciones como tiempos extendidos para exámenes, espacios tranquilos y tareas fragmentadas ayudan a nivelar el terreno para los estudiantes con TDAH.


Andrés, con el tratamiento adecuado, podría pasar de ser “el niño problemático” a un estudiante que destaca en sus áreas de interés.

 

Conclusión: Neurodiversidad y TDAH, un balance necesario

 

Aceptar la neurodiversidad no significa ignorar las realidades del TDAH. Este trastorno requiere más que empatía; necesita acción. Reconocerlo como un trastorno no estigmatiza a quienes lo padecen; los empodera al brindarles las herramientas necesarias para prosperar.

 

En Neuroinfant, trabajamos para transformar desafíos en oportunidades. Porque detrás de cada diagnóstico, hay un niño con sueños, una familia buscando respuestas y un futuro lleno de posibilidades.


El camino hacia una sociedad verdaderamente inclusiva no termina con la aceptación; comienza con la acción. Por miles de niños como Andres, es hora de actuar.



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